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Hendrik Rover y los GT´S pasarán por Madrid el Próximo mes de Marzo.

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Cuando a Charles Chaplin le criticaron por seguir haciendo películas mudas cuando ya existía el sonido en los estudios de cine, contestó a sus detractores que si bien perdería en su cruzada artística, lo haría con clase pero que para vencer hacía falta osadía. Como por entonces en el cine de primeros del siglo XX, en la música actual, tan trillada de naderías y opciones superfluas, ser osado es una cuestión que tiene que ver mucho más con mantenerse fiel a unos principios artísticos y a un lenguaje propio que a la experimentación boutade, destinada a hacer más ruido dentro del vulgar ruido en esa etiqueta cajón desastre llamada indie.
En España, donde las multinacionales discográficas y la influyente industria indie parecen regir el destino musical del país, Hendrik Röver es un osado. Tal vez, el más osado. O, por lo menos, es uno de los músicos que más claro tiene lo que quiere y cómo lo quiere, sin atender más que a lo suyo, a su voz interior. Y su voz pasa ahora más que nunca por las raíces de la música norteamericana. A decir verdad, siempre fue así, tanto desde que se ganó en los noventa el corazón de muchos oyentes con Los Deltonos y rock de intensa alma blues como hasta sus más recientes aventuras con The Pilgrim Rose, pero ahora sorprende de forma maravillosa su nivel de atrevimiento. Porque Hendrik publica simultáneamente "Norte" y "Oeste", dos discos que en realidad son uno, dos álbumes hermanos de sangre y de espíritu que recorren con asombrosa calidad y honradez los surcos más tradicionales y emotivos de la música moldeada durante más de un siglo por pioneros como Jimmie Rodgers o The Carter Family, pasando por Hank Williams, Merle Haggard o Ernest Tubb, hasta llegar a forajidos como Waylon Jennings o Gram Parsons.
Autograbados y autoproducidos en sus dominios de GuitarTown en Cantabria, "Norte" y "Oeste" se despliegan como un brillante muestrario de sonidos rurales de la norteamericana cantados en castellano. En palabras de su autor: "La música es americana pero ningún texto te lleva más allá de los Pirineos. Todo pasa aquí". Y lo que pasa en "Norte" y "Oeste" es la vida cotidiana adquiriendo tono trascendental. Hendrik, que deja el rock para sus apreciados Los Deltonos, se lanza a los extremos del country, el western y el folk para relatar historias de supervivencia diaria, dar cuenta de pequeñas victorias y derrotas y, en definitiva, celebrar la vida con todo lo absurda que se nos presenta muchas veces en la alegría y en la pena.
Inspirado seguramente por esa naturaleza impactante de Cantabria, consigue en "Norte" ofrecer diez canciones que respiran a pulmón abierto con sus logrados aires de bluegrass, hillbilly y folk rústico. "Norte" traslada a la montaña, huele a naturaleza repleta de sinsabores, donde la existencia está marcada a partes iguales por la melancolía y el orgullo. "La sangre se va congelando / como lágrimas de puro rubí / en la radio sonaba Sinatra / aún nevaba cuando me fui", canta en "Invierno". "Tarde o temprano, tendré que elegir / whisky o Dios, solo uno de los dos... / whisky o Dios... escúchame, si él probara este licor / se queda aquí, te lo digo yo", se escucha en "Salvación". Difícil encontrar en nuestro país un disco tan evocador construido con las herramientas de la sencillez y lo rural.
Sucede lo mismo con "Oeste", pero en esta ocasión sus ocho pistas rastrean las vibraciones del country-rock de primera escuela. Un disco que parece rendir tributo al jukebox de un garito de Texas, sonando tanto para la soledad del tío de la barra de bar como para la pareja que salta de la mesa de la esquina para invadir la pista de baile. De la alta graduación de su ritmo honky-tonk, la ironía y el lamento se destilan con igual fuerza para brindar a final de la noche. "Sufro de falta de atención cuando te oigo hablar / Alterno cerveza y whisky por mi trastorno bipolar", canta en "Loco de Atar". "No hay mejor manera de engañarnos / que aceptando la verdad", se oye en "Tiempo".
Música norteamericana rural cantada en castellano. Auténtica osadía la de Hendrik Röver, que demuestra lo poco que le importa no estar a la moda o en la cresta de la ola comercial. Cuando Chaplin dijo que estaba convencido de que para vencer hacía falta osadía, terminó sentenciando: "Porque el mundo pertenece a quienes se atreven". Y no hace falta decirlo más que una sola vez: Hendrik, que para muchos puede pasar como un perdedor con clase en esto del negocio musical, ya ha vencido. A él le pertenece la parte que le corresponde de la música española, simplemente, porque su osadía ha sido siempre una fortuna para los oídos.
Fernando Navarro.

 

Publicado el 20 de febrero, 2014
Realizada por Brujo
Director y redactor de TNT Radio Rock

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