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WACKEN OPEN AIR 2017: JUEVES (3/08/17)

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Tras la gestión de acreditaciones y una vez situamos nuestra choza en la zona de acampada, aún tendríamos otros imprevistos hasta llegar a la zona de conciertos que nos restarían un tiempo impreciso. Ver patinar nuestro vehículo en un barrizal no supuso demasiado tras superar el barro, pero también tendríamos que ayudar a empujar la auto caravana de otro compañero de prensa para que intentara salir del fango. Nuestra idea de ver los primeros grupos se iba ajustando más. Finalmente y tras esperar al bus que nos trasladaba hasta la distante zona de prensa nos plantamos delante de la ascendente escalera en forma de pasarela que cruza directamente desde backstage hasta el recinto. Status Quo ya estaba ofreciendo su concierto.

Antes de atravesarla, mirando a nuestro alrededor, sabiendo que había ciertas capas de barro removido a nuestras espaldas, os aseguro que pensábamos que la situación al otro lado podría sería bien distinta. Ya comentamos en el artículo previo (el de “Opinión General”) los motivos. Son años ya viniendo a Wacken, sabíamos que lo del barro va con el logo del festival, de serie ¡vaya!, pero os prometo que tras las obras acometidas por la organización meses antes, todo hacía pensar que al otro lado, entraríamos soltando unas pataditas al aire, al ritmo de rock and roll que fluía a través de Status Quo, y así de primeras, no lamentar demasiado los shows previos no vistos. Pero ni “Whatever You Want”, ni “Rockin' All Over The World” ni “Rock And Roll Music” hacia el final del show permitían así en frío levantar los pies unos palmos del suelo, pues el barro hacía efecto ventosa. Eso sí, al ritmo de las versiones de John Forgerty y Chuck Berry movíamos las caderas.

El público era numeroso frente al principal de los escenarios, el Harder Stage, la fiesta estaba en pleno apogeo. Para muchos sería la primera vez que veían a los ingleses, no digo ya en el festival, sino en su vida, y para otros igualmente, la primera vez que lo hacían sin el rubio guitarrista Rick Parfitt, fallecido en diciembre del pasado año. Y por lo tanto, con cierta falta de brillo por ver la coordinación del tándem Francis Rossi / Riff Parfitt como algo que siempre era de serie en la banda. No obstante el joven Richie Malone cuadra bien el sonido necesitado para la banda, aunque nunca será lo mismo para quienes también buscábamos la esencia. Sabemos de lo duraderos que pueden llegar a ser sus conciertos, dado el set list plagado de interpretaciones de corta duración, pero con la limitación que contaban, sobre la hora y cuarto, encajaron bien una de sus medleys con varios de sus temas en formato más reducido, antes de tocar “Paper Plane” y a continuación pausar el ritmo contando con la colaboración del público para ganárselo definitivamente en “In The Army Now”. Siempre han sabido gestionar su tiempo, su ritmo y sus numerosos éxitos, y en Wacken lo demostraron.

El W.E.T. Stage y Headbanger Stage están cobijados bajo una carpa inmensa y en ellos se irían simultaneando otra serie de conciertos, un tanto alejados de la zona de los principales (Faster, Harder y Louder). Lo primero que veríamos con agrado en esta zona de Wacken, sería a los suecos Witchery, también con cierta obsesión por conocer de su actividad en la actualidad. Este año se han cumplido dos décadas desde que comenzaron su nueva actividad, tras haber puesto fin algunos de sus integrantes a la anterior cruzada oscura, la de Satanic Slaughter. De aquella pasada etapa siguen en cabeza los guitarristas Patrik Jensen y Richard Corpse, y con ellos el carismático bajista Sharlee D'Angelo. En 2016 entraron en la banda el batería Chris Barkensjö y el cantante Angus Norder, así que fue interesante ver como gestionaban ambos el puesto que les correspondía en este periodo de meses transcurrido. El primero bestial tras la batería, y el segundo en un primer plano enérgico y muy expresivo vestido para enterrar. El plante oscuro de Norder era todo elegancia mientras caminaba de un lado hacia otro del escenario. El resto de integrantes estuvieron más estáticos sobre las tablas, eso sí, ofreciendo un continuado trueque de guitarrazos, y centrados sobro todos en los temas de su trabajo “In His Infernal Majesty's Service” del que hicieron los cortes “Lavey-athan”, “Nosferatu” y “Netherworld Emperor”. No era para menos después de estar seis años sin publicar nada. También recordaron dos cortes importantes de su debut, “Restless And Dead” hacia la mitad de show y “The Reaper” en el final. Un concierto demasiado corto para una ocasión tan especial, pues no es tan fácil verlos tocar juntos.

Desde México con amor dirían algunos de los que sentimos cierto hormigueo con la vuelta de Brujería. Si bien no los pude ver debido a los horarios en la edición de Download Madrid, esta vez sí que no podían escaparse. Horario puntual como en casi todos los actos de Wacken y empezaron dejando ese ¡maldito pinche güey! grindcore con “Brujerizmo”. La banda se ganó desde el primer silbido al público y es que aunque el español no sea muy normal por el festival germano, ésto se trata de música. Con la compañía intermitente de Mal Tanika, los éxitos como “Colas de rata”, la ya carne de cañón en directo “Satongo” de su último disco “Pocho Aztlan” y como colofón la mítica “Marijuana” en la que el ritmo de la macarena se fue de madre y se pasaron de tiempo hasta que tuvieron que echarles el manto para darle fin. Como ellos mismo cantan, aquí no se aceptan imitaciones y en general fue un concierto bastante bueno conservando lo que uno recordaba de ellos.  Tanto Juan Brujo a la voz principal como las seis cuerdas del Criminal dieron una lección de lo que es un vini, vidi, vinci. Da gusto ver que una banda deje a tan alto nivel en un acontecimiento tal con el acento español.

Batushka es otra de esas bandas misterio, que con sólo un trabajo ha conseguido tener una repercusión difícil de lograr para otras formaciones de sonido si cabe parecido, y digo parecido porque su fusión de doom con black metal contundente es un acicate importante para conseguir que su particular teología basada en los ritos ortodoxos y la blasfemia logre la expectación multitudinaria. Para estos polacos, todos los matices que rodeaban a su puesta de escena se quedaron cortos, o tal vez bien ajustados. La cosa empezó un poco más allá de las nueve de la tarde, es decir, que estábamos metidos en plena liturgia, la misa de nueve. El botafumeiro echando humo, los cánticos armónicos y corales, así como el atrezzo religioso a su manera, recreaba el ambiente perfecto para ajusticiar al reino del bien con cánticos brutales, al tiempo que las afinaciones conjuntaban a la perfección con una instrumentación rondando lo melódico y abrupto dependiendo de la parte que tocaba emplear para tocar de cabo a rabo “Litourgiya”. La cosa terminó cerrándose el telón antes que terminaran de interpretar su última canción, sistema infalible que emplea la organización para cortar por lo sano a las bandas que se pasan de la hora.

Uno de los grandes inconvenientes de que el suelo del recinto estuviera impracticable fue el largo tiempo que se tardaba al ir de un sitio para otro. Ir desde la carpa del W.E.T Stage / Headbangers hasta los escenarios más multitudinarios era una odisea. Recién acabada la actuación de Brujería, el equipo de TNT de dividió para cubrir tanto a Batushka como la gran apuesta del festival de la jornada, Accept junto a la Orquesta sinfónica nacional checa. La apuesta de éxito era segura de antemano ya que los de Solingen jugaban en casa y con un repertorio más que mascado, los arreglos orquestales daban más cuerpo si cabe a los grandes éxitos de los alemanes. El show se dividió en 3 partes: Accept en la faceta normal, un show del guitarrista Wolf Hoffmann con la orquesta y casi una hora de toda la banda con el acompañamiento. Debido a la larga caminata sobre el fango, los primeros compases que pude apreciar fueron los de “Dying Breed”. El concierto sonaba realmente soberbio y es que la experiencia de los alemanes junto a una producción a la altura era de esperar.

Metal Heart” junto a varias decenas de miles almas cantando en el escenario principal con la calavera de Wacken envuelta en llamas fue uno de los momentos por los que la odisea de moverse por el recinto fue recompensada. Un sonido impecable el cuál podías escuchar desde cualquier parte del festival, un público entregado y Mark Tornillo sentando cátedra más si cabe. “Teutonic Terror” y “Balls to the Wall” para cerrar esta actuación especial fue para un servidor, una experiencia corta pero más que agradable. Fue como un premio por el intento de abrirse paso entre una multitud con la sensación de andar sobre el desierto.

Uno de los platos fuertes del jueves iba a tener lugar en el Headbangers Stage. Los ingleses Napalm Death andaban ultimando la gira de su último disco “Apex Predator – Easy Meat” dejando sin zapatillas al público bajo la carpa con “Dear Slum Landlord” , “The Kill” y la versión a los Dead Kennedys con “Nazi Punks Fucks Off” entre otras del vendaval. La banda de Shane Embury, Barney Greenway, Harris y Herrera están en el Olimpo del death metal y a base de sudor y algunas lágrimas, el chute de adrenalina que supieron mantener los cortos pero intensos 45 minutos, nadie los quitará de haber sido una de las mejores actuaciones de esta edición del Wacken. Para el recuerdo quedará el fin con “Suffer the Children” con la maratoniana carrera por todo el escenario de Barney que no paró en ningún momento. Uno de los detalles más esperanzadores de la primera jornada fue que aunque lo mediático de los 3 escenarios principales eran ofertas muy tentadoras, las actuaciones en las tablas más contenidas del festival tuvieron una aceptación bestial y un nivel más que notable.

El sonido neomedieval de los alemanes Corvux Corax volvía a estar presente en un festival que los ha tenido actuando con el paso de los años en sus distintas estancias, dependiendo del año que tocaba exponer su folclore, sus nuevos temas, grandilocuencias orquestadas o simplemente el sonido de sus instrumentos antiguos recreándose en temas que todo el mundo se pone a bailotear y entonar. Una apuesta segura la de estos juglares de nuestra época programados para cerrar el Wackinger Stage, situado entre la zona de los escenarios principales y los de las carpas, dentro de un entorno medieval lleno de restauración que te traslada hasta aquella época, además de contar con artesanos, puestos ambulantes y diversos juegos que te hacen volar siglos atrás. Verles tocando sin amplificadores en un reducido escenario con el sonido que te llegaba tal cual la acústica del lugar ofrece, estimulado por la naturaleza del propio instrumento siempre es una fiesta. Cerveza en mano y barro en pies era parte del juego y del momento. Estábamos más que preparados para dejarnos llevar al ritmo de su música.

Para terminar nuestra primera noche en los escenarios de la zona de las carpas, otra interesante formación con solera, la de los estadounidenses Nile, y su brutal death metal técnico, que tantas alegrías dan a quienes les gustan de seguir los mitos relacionados con el mundo egipcio, pues se entregan a él con devoción en sus textos. Un pasaje sonoro místico entre la oscuridad más absoluta les ponía sobre el lugar ante un concurrido público, que veía cómo les permitían participar del show de estos magnates de la técnica ordenada bordeando el caos, entre tanta tralla, porque sus maneras de interpretar esta música tan dura, juega con vehemencia para encontrar rendijas donde dejar que se funda el exaltado público, y estos claro, iban haciendo de colchoneta a los rápidos ejercicios de escalas que se percibían, y escuchaban sobre los mástiles de sus músicos. En tres cuartos de hora todo lo vivido tan intensamente se esfumaba tras finalizar su concierto, dejándonos con cierto mono, pero aún Wacken daba para mucho y tocaba pensar en la jornada siguiente.

Texto y fotos: Raúl García "Mister Virus" y Alejandro Díaz

Publicado el 2 de septiembre, 2017
Realizada por Alejandro Díaz Rodríguez
Colaborador internacional de TNT Radio Rock

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